Rosácea

Es una enfermedad común, que ser caracteriza por el enrojecimiento de la piel de la cara (nariz, mejillas, mentón y frente) pudiendo afectar el cuello y el pecho.

La rosácea no tiene una única causa, sino que es más bien algo constitucional, que aquellos que la padecen llevan en sus genes.

Sobre este terreno de predisposición genética y piel hipersensible actúan factores “gatillo” que producen el despertar de la inflamación, como el calor, el sol, la ingesta de alcohol, ciertos medicamentos, las emociones y algunas comidas. Además de evitar o minimizar la exposición a estos desencadenantes, podemos actuar con diferentes herramientas terapéuticas para contrarrestar las molestias de esta condición.

Formas de presentación.

Hay diferentes formas de rosácea y diferente nivel de severidad. Desde la tendencia al enrojecimiento de la cara con facilidad (flushing), el enrojecimiento persistentes con presencia de las “venitas” visibles (telangiectasias), hasta la aparición de pústulas símil acné y el aumento de tamaño de la nariz (fimas)
Incluso los ojos pueden afectarse constituyendo la rosácea ocular.
El síntoma que predomina es la sensación de calor y ardor permanente en la cara, con sensación de hinchazón.

Tratamientos.

El tratamiento consiste en ajustar las medidas de prevención evitando los factores desencadenantes.
Medicación antiinflamatoria tópica y oral pueden lograr una importante mejoría en los períodos de mayor actividad de la rosácea.
Uno de los más útiles tratamientos es sin duda la luz pulsada intensa (IPL Harmony). Su aplicación en el rostro induce la desaparición de los vasos anormalmente dilatados de la superficie cutánea, combatiendo el enrojecimiento y aliviando los síntomas de la misma. Además, el efecto antiinflamatorio de esta modalidad de energía hace que también las lesiones inflamatorias, como pápulas o pústulas mejoren.